SENADOR ARISTIDES VICTORIA ENTREGA 100,000 MIL PESOS,BALONCESTO SUPERIOR

SENADOR ENTREGA UNIFORME VIDEO AL CLUB LUPERON

3 D MARZO VS TRINIDAD

PARRAPA FANATICO MUNICIPAL DE LA SEMANA ‘’DESINFLAMAR’’

lunes, 29 de noviembre de 2010

Todos los cañones apuntan al coach de Miami, pero no es el único que debe pagar los platos rotos.


BUENOS AIRES -- Es hora de que el Heat termine de una vez por todas con ese cuento de hadas que se creó en su propia cabeza. Recuerdo que la pregunta justo antes de empezar la temporada no era si este equipo de Miami tenía lo necesario para ganar, sino que la cuestión era cuántos campeonatos podía ganar el roster de la Península de la Florida con este coro.

Vaya falta de respeto para el resto.


Esa película de estrellas en la cima, de una final made in Hollywood contra los Lakers, de batir el récord de los Bulls de la temporada 1995-96 y de tantas cosas que se hablaron en la previa terminaron siendo perjudiciales contra Miami. Un trago de veneno antes del primer plato.

 Pensaron, de manera equivocada, que sumar estrellas significaba sumar triunfos, y no hay error más grande en el deporte que creer que la adición de individualidades crea un equipo. Ni siquiera empieza los bordes.

Todos se equivocaron dentro del Heat. Y ahora, como suele suceder en el deporte -no sólo en el básquetbol-, los cañones apuntan al entrenador Erick Spoelstra, como si él fuera el único culpable de que el auto más lujoso de la NBA haya mordido la banquina.

Es cierto que Spoelstra se equivocó, pero no ha sido el único. Si los jugadores célebres de Miami -para algún desprevenido, hablo de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh- se han unido para convencerse de que todo cambiará con un giro de timón en el banco, es que siguen comprando espejitos de colores. Y que no han aprendido nada.

Spoelstra tuvo errores, es cierto. Mejor dicho, se encandiló con las luces de la prensa y pensó que todo estaría solucionado antes de empezar.

 Que con semejante talento disponible la ruta estaría despejada de obstáculos, al menos en el comienzo. Y lo mismo le pasó a Pat Riley, porque no recuerdo palabras de él quejándose por la falta de alguna pieza en el roster. En pocas palabras, el armado de equipo fue equivocado:

 todavía tengo en mente los insultos de los usuarios de ESPNdeportes.com cuando se escribió que el Heat no tenía base armador y que por lo tanto iba a sufrir sin un cerebro de experiencia.
En definitiva, la mayoría pagó oro por un castillo de acero cuando en realidad era de naipes pintados.

Empecemos por lo obvio: LeBron James no puede jugar de base. No puede hacerlo ahora ni podrá hacerlo nunca, porque no está en su esencia. Es un gran pasador en función de alero, pero hay una diferencia radical entre transportar el balón y aprovechar las mejores opciones de cada ofensiva dentro de un equipo.

 Lo mejor que tiene hoy en día Miami en el puesto es Carlos Arroyo, pero no alcanza. Es un base anotador, de talento, pero lo que necesita el Heat es un cerebro de años en la Liga, que tenga el peso suficiente para poder dejar en penitencia a los chicos de los millones de dólares si la situación lo amerita.

 ¿Un ejemplo? Derek Fisher. Lástima que, en su momento, Miami no quiso desembolsar lo que debía por sus servicios.

Leía este lunes temprano una columna de Chris Broussard en ESPN.com sobre una fuente anónima con conocimiento de la situación que decía que los jugadores de Miami apuntaban contra el coach, diciendo que sus ofensivas y defensas eran simples. Incluso, que el trato del coach no permitía que explotasen como realmente son, que los tenía atados.

¿Saben qué creo? Que, de ser real esta fuente -cosa que no dudo viniendo de Broussard- es una actitud egoísta de parte de los jugadores. Digo, siempre escuché que el Heat podía ser el equipo de Wade, de James, o de Bosh, pero jamás que debía ser el de Spoelstra.

 ¿Cómo es ahora? ¿Cuando el Titanic está cerca del iceberg es cuestión de lavarse las manos como Poncio Pilatos? No, ese no es el camino para ganar campeonatos. Cuando las cosas están mal, la unión debe gestarse dentro y hacer mea culpa sobre lo sucedido.

En pocas palabras, con esta actitud, todos parecen ser amigos en la abundancia pero enemigos en la escazes.

El Heat es un equipo débil en la pintura y no se sorprende a nadie cuando se dice eso. El sábado ante Dallas, entre Zydrunas Ilgauskas y Erick Dampier tomaron cuatro rebotes en total. Además, sufrieron 48-26 en puntos en la pintura, lo que me lleva al segundo error de Spoelstra, acompañado de una pregunta obvia:

 ¿hasta cuándo este equipo -que pretende correr como una de sus armas fundamentales- va a estar sin marcar una defensa zonal fuerte para evitar puntos fáciles cerca del aro? ¿No necesita fortalecerse debajo del canasto para tomar el balón y salir en transición? Quizás haber visto de cerca a los Mavericks de Rick Carlisle les traiga algunas ideas.

Por ahora, todo se hace cuesta arriba. Las discusiones entre los propios jugadores de Miami durante el partido ante Dallas y los gritos con el cuerpo técnico son clara señal de que algo huele mal. El viaje se vendió como una estadía cálida en el paraíso pero se está sintiendo como un castigo en el infierno.

¿Debe el Heat quitar a Spoelstra o confiar en las palabras de defensa de Pat Riley? La respuesta es que Spoelstra es un muy buen entrenador que está trabajando bajo presión en un conjunto que es complicado, tanto en juego como en carácter.

Quizás la salida de Spoelstra podría descomprimir un poco de presión, pero la realidad es una sola: pueden levantar un poco con un nuevo entrenador por el cambio de energía en el vestuario, pero tarde o temprano seguirán sufriendo la falta de un base -esto lo veo primario- y un centro de peso.

Según la información del departamento de estadísticas de ESPN, el Heat cayó a 4-0 fuera de casa contra oponentes con récords ganadores. Frente a los Mavericks, el Big Three combinó para 67 de los 95 puntos de su equipo y cada uno de ellos anotó 20 o más puntos por segunda vez en la temporada. No sólo eso: los Mavericks son el único equipo de la NBA que promedia menos puntos por partido en la pintura que el Heat.

El Heat está a 2-7 contra equipos con récord superior a .500. Si miramos las ocho derrotas de Miami (Celtics dos veces, Hornets, Jazz, Grizzlies, Pacers, Magic y Mavericks), al menos seis se dieron contra rivales con un base armador notable.

"Hasta que sintamos ese dolor y lo aceptemos lo suficiente como para hacer un cambio", dijo Spoelstra, "estos serán los resultados".

No creo que al plantel del Heat no le duela, es simplemente que no lo puede aceptar. ¿Cómo un equipo con James, Bosh y Wade puede estar a 9-8? Pues sí, está así y si no reacciona rápido va a terminar como Apollo Creed ante Ivan Drago en Rocky IV. Demasiadas luces en la previa, poco rendimiento en la cancha.

Esa reunión a puertas cerradas tras la derrota ante Dallas dejó mucha tela por cortar: "Fue muy necesaria, donde todos tuvieron la oportunidad de sacarse lo que tenían en el pecho, lo que tenían en sus cabezas", dijo James. "En este momento, somos un equipo de 9-8, y tenemos que vivir con eso. ¿Habla nuestro récord del equipo que podemos ser? No. No lo creo".

Quizás esta reunión tenía que haberse dado antes. Quizás, también, es hora de que el Heat empiece a mirar hacia dentro para que "el equipo que pueden ser" deje lugar al equipo que ahora son. Empezar entendiendo que todos son culpables y que sólo trabajando, con humildad, en grupo, estos jugadores pueden salir del pantano en el que se encuentran.

Esra empezar a demostrarlo.

Cada día queda menos hilo en el carreteltán destinados a ser mejores que esto.

Es hora de que hagan los ajustes necesarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

dejame tu mensaje