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viernes, 26 de noviembre de 2010

Josh Hamilton del infierno a la gloria

Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": hace siete años, su vida era un completo desastre, una causa perdida. Tres calendarios más tarde, seguía tratando de dejar atrás toda una serie de problemas personales que, en ese momento, habían cortado de tajo una prometedora carrera en el Béisbol de las Grandes Ligas.

 Hoy, esa carrera se ha convertido en realidad, y Josh Hamilton es el Jugador Más Valioso de la Liga Americana, luego de haber sido pieza fundamental en el hecho histórico de llevar a los Vigilantes de Texas a una Serie Mundial por primera vez.



 
ESTADÍSTICAS 2010
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En cuanto a números, rivales, merecimientos y justicia, se pueden decir muchas cosas. Argumentos que favorecían a Miguel Cabrera o a Robinson Canó por encima de Hamilton para esta designación en realidad existen, pero también es cierto que la temporada que puso el jardinero de los Vigilantes es digna de una nominación como ésta, aún a pesar de haber perdido las últimas semanas por lesión.


Hamilton participó en 133 juegos en total, pero si tomamos en cuenta que George Brett ganó el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1980 luego de participar en sólo 117 juegos, aunque con números espectaculares, nos damos cuenta que en realidad la ausencia mínima de Hamilton pesaría demasiado.



La vida de Hamilton, en este momento, puede ser considerada como un verdadero ejemplo a seguir para todos aquellos que viven circunstancias dramáticas como las que él mismo enfrentó a mediados de la década anterior.

Tres años y medio después de que los entonces Devil Rays lo habían firmado, Josh estaba metido en todo tipo de excesos y dificultades. Es increíble tratar de imaginarnos de qué forma un joven, con quien sus padres viajaban constantemente en los inicios de su carrera para seguirlo y apoyarlo en todos lados, llegó a perderse a tal grado.



La anécdotas sobran. Alcohol, drogas, excesos y arrestos eran el común denominador de un Josh Hamilton que estuvo ausente en el parto de su hija… ausente en toda la extensión de la palabra, una situación que por supuesto, su esposa nunca llegó a perdonarle.


Tras una época de arrestos, problemas personales, drogadicción y alcoholismo, problemas familiares muy graves, tanto con sus padres como en su propia familia, finalmente Hamilton se acercó a un ministro, de nombre Michael Dean Chadwick, que pudo enderezar la nave a tal grado, que su propia hija terminó siendo la esposa de Hamilton, aunque más tarde, con el regreso de Josh a la mala vida, tuviera que estar sola en su parto.

En algún momento, el propio Chadwick tuvo que ir personalmente a negociar con los vendedores de droga a quienes Hamilton les había extendido un cheque sin fondos por 2.000 dólares y que ya amenazaban con tomar medidas serias. El ministro les pagó la deuda y les advirtió que si le volvían a vender droga a su ya entonces yerno, los iba a meter en serios problemas.


Pero luego de ese incidente, las cosas no cambiaron, y Hamilton siguió disfrutando de "la vida loca", aunque por supuesto, no en los mismos términos que Ricky Martin.


La situación comenzó a cambiar para el 2006. Luego de casi cuatro años de abusos, Hamilton trató de regenerarse una vez más, pero en ésta ocasión, afortunadamente, sí era en serio. El 30 de junio, las Grandes Ligas le dieron al fin luz verde a la organización de Tampa Bay para que Hamilton pudiera participar en los partidos, y aunque eso ya nunca se llegó a dar con ese uniforme, los Rojos de Cincinnati se lo llevaron en diciembre.

Jerry Narron lo tomó bajo sus alas, le ayudó muchísimo en aspectos de pelota y también personales, y para la temporada siguiente, tras casi ocho años como profesional, Hamilton pudo debutar en las mayores.


El resto de la historia todos la conocemos. La historia de un bateador poderoso, que ha "coqueteado" con lo espectacular, como en aquel Home Run Derby del Yankee Stadium en 2008.

 Un largo camino que hoy lo llevó por primera vez a una postemporada en la que sus compañeros festejaban con sodas en el vestidor como muestra de respeto, cariño, apoyo y admiración hacia Josh. Un sendero que lo llevó a la Serie Mundial, aunque no para ganarla. Una ruta que hoy lo reconoce merecidamente como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana, y pone de manifiesto más que nunca que todos, sin excepción, merecen una segunda oportunidad.

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