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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Busca empleo: Tras largos años de servicio en el campocorto, los Yankees de Nueva York deberían tratar mejor al capitán Derek Jeter.


Tengo claro que esto es un negocio, pero no logro acostumbrarme a la idea de que Derek Jeter pueda vestir un uniforme diferente al de los Yankees.

En estos tiempos en los que usualmente un pelotero a lo largo de su carrera pasa por varios equipos, aquellos que pertenecen toda la vida sólo a una novena son una especie en peligro de extinción que vale la pena preservar.
En el caso de Jeter, creo que los Yankees están siendo irrespetuosos con quien ha sido el pelotero más emblemático de la franquicia en el último medio siglo.


En esta época de divas y mercenarios, de esteroides y trampas, el capitán de los Yankees ha sido modelo de conducta deportiva y ciudadana, alejado de escándalos y entregado como pocos al juego.

Al parecer, de nada han servido los años en que el Capitán ha sido guía del equipo, que con su llegada en 1996, rompió una sequía de 18 temporadas sin ganar la Serie Mundial.

Con Jeter como líder, desde entonces Nueva York ha saboreado en cinco ocasiones la victoria final y sólo en el 2008 el equipo quedó fuera de la postemporada.

No estamos hablando de un jugador más. Es uno de los grandes Yankees de todos los tiempos, junto a Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Yogi Berra y Mickey Mantle.

Es el líder histórico en hits de la franquicia (2.926), segundo en partidos jugador con el ilustre uniforme de rayas (2.295) y tercero en carreras anotadas (1.685).

En 11 ocasiones ha estado en Juegos de Estrellas y entre sus premios tiene cinco Guantes de Oro, cuatro Bates de Plata, Novato del Año de 1996 y Jugador Más Valioso de la Serie Mundial del 2000.

Pero más allá de estadísticas y premios, Jeter es imagen y liderazgo.

Aún cuando sus facultades parece que empiezan a mermar, todavía es la principal atracción de público al Yankee Stadium.

Pero la gerencia parece haber olvidado eso y prefiere enfocarse en la temporada del 2010, sin dudas la peor campaña en la carrera del capitán, en una actitud mezquina.

¿Para ahorrar dinero? Está difícil de creer de una oficina que en los últimos años ha botado plata en decenas de peloteros cuyo impacto en el equipo ha sido punto menos que nulo.

Primero, está por ver si los resultados de este año son el inicio del declive o simplemente una mala temporada como la tiene cualquier deportista.

Al concluir la campaña del 2008, muchos señalaron que el tiempo de Jeter había terminado, pues sus números mostraron un descenso considerable en comparación con las tres temporadas anteriores.

Sin embargo, en el 2009 resurgió en toda su grandeza y no paró hasta llevar a los Yankees a su 27ma corona.

Apoyarse en un solo año para discutir el futuro de un jugador, independientemente de que sea el más reciente, no es justo. O al menos, no es objetivo. Sobre todo si se trata de un hombre que representa tanto para la organización.

¿Cuántas veces no le dieron un megacontrato a un pelotero basado sólo en su último año del convenio precedente y al final resultó un fiasco?

Ahí está el caso de Adrián Beltré, por sólo citar un ejemplo. Fue un jugador promedio con los Dodgers hasta que en su último año de contrato bateó 200 hits y 48 jonrones, impulsó 121 carreras y promedio .334, lo que le permitió firmar un contrato por más de $60 millones con los Marineros de Seattle.

Al final, no logró justificar el súper salario que le pagaron por cinco campañas en las que volvió a ser el mismo pelotero común y corriente que siempre fue.

El gerente general Brian Cashman desafió a Jeter que tomara una oferta de $45 millones por tres años o probara suerte en el mercado de agentes libres.

Esos 45 millones son muchos dólares, pero no estamos hablando sólo de plata. Los Yankees le pagaron eso a Carl Pavano por gusto, así que, ¿por qué no mejorar entonces la oferta a Jeter?
Es una cuestión de respeto. No se trata así a una leyenda.
 El desafío de Cashman sonó a "vamos a salir ya de este problema", como quien bota un trasto viejo.

Con "El Jefe" vivo, ya estas negociaciones estarían resueltas. Sus herederos son Steinbrenner sólo de apellido, pero les falta el hambre de triunfo con que el padre reconstruyó a los Yankees y convirtió a la franquicia en el imperio que es hoy.

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