Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": los jugadores y coaches de los Gigantes salieron al terreno con la intención de cruzar hacia el dugout contrario y felicitar a Bobby Cox por una brillante carrera que llegaba a su final, pero para el viejo lobo de mar, nada importaba mas que la dolorosa derrota de sus amados Bravos en ese momento y ni siquiera los esperó. Simplemente se quitó de forma tímida la gorra en señal de agradecimiento hacia la multitud, regresando rápidamente al tunel que conduce al camerino.
El final de una gran carrera como manager estaba ya escrito y, aunque no fué la página que el propio Bobby Cox hubiese querido como su epílogo, será la que quede en el recuerdo y en la historia de uno de los manejadores con más triunfos y logros en el mejor beisbol del mundo.
Lo que terminó por perjudicar seriamente a Atlanta en la Serie Divisional ante San Francisco, fueron sin lugar a dudas las lesiones, pues de haber contado con Chipper Jones o con Martin Prado, el podre de Brooks Conrad no hubiese tenido la más minima oportunidad de demostrar sus cualidades fildeadoras tal como lo hizo en la serie ante los Gigantes.
Lo más curioso del caso, es que Cox puso punto final a su ilustre carrera, quedándose corto de avanzar a la Serie de Campeonato, por un factor del cual sus equipos nunca carecieron a lo largo de la misma: la buena defensiva.
Si en algo hizo hincapié siempre Cox, fué en esa aplicación defensiva, además de los fundamentos del beisbol. Un tipo que, ante todo, impuso siempre disciplina en el clubhouse. Respeto mutuo, seriedad y profesionalismo, nada de música en la casa club pero sí mucho trabajo, concentración y enfoque. Y en el terreno, sus equipos se destacaron siempre por ejecutar los básicos de la pelota. Con lanzadores que efectuaban sin problemas el toque de sacrificio, con bateadores que consumían turnos de calidad, con corredores que tomaban la base extra y que salían a robar cuando en verdad había posibilidades de ser exitosos y no solo por el hecho de ser rápidos.
Pero como si el destino le tuviera reservada una mala pasada, el calendario 2010 no fué del todo bueno para los Braves defensivamente hablando. Contra su costumbre, Atlanta terminó en la posición 12 entre los equipos de la Liga Nacional en lo que se refiere a defensa colectiva, con un porcentaje de .980 que solo superó a los Marlins, los Nacionales, los Cachorros y los Piratas.
Los Bravos cometieron 126 errores en la campaña regular, algo de lo que la mayoría de los equipos en la carrera de Bobby Cox como dirigente se habían mantenido alejados, ya que solamente Washington y Chicago los superaron en esa estadítica negativa, y por muy poco, con 127 pecados.
La conferencia de prensa posterior al juego, la última de Cox en su carrera como manager, resultó muy emotiva y, aunque estuvo a punto de quebrarse y dejar que las lágrimas rodaran por sus mejillas, sacó esas fuerzas necesarias para aguantar a pie firme los instantes postreros ante el micrófono.
Minutos después, abandonaba la oficina de manager que por un cuarto de siglo había ocupado, al lado de su esposa y de una de sus hijas, que fueron a acompañarlo en esos momentos tan difíciles.
Cox será criticado por muchos por haber ganado solamente una Serie Mundial en su exitoso paso por los Bravos, pero esa cadena de 14 títulos divisionales en forma consecutiva queda para la historia como uno de los records más difíciles de superar.
Al término de su carrera, Bobby Cox es también el manager con más apariciones en postemporada, un total de 16, superando por una a Joe Torre, por tres a Tony LaRussa y por seis a Casey Stengel.
Una gran carrera vivió su capítulo final el lunes por la noche en el Turner Field de Atlanta. Pero las marcas, las historias, los triunfos y los éxitos quedarán siempre para el recuerdo, además de la figura de un hombre que entregó todo por su pasión beisbolera, demostrando profesionalismo, sencillez y, sobre todo, esa humildad que siempre distingue a los grandes hombres de los del montón.
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